“Te odio”, le hubiese dicho,” te odio... , eres, eres...”, y luego se habría callado sin poder culminar sus palabras, tragándose el odio, habría quedado en silencio, quizá con el rostro enrojecido, quizá hurgando dentro de su cabeza alguna mala palabra que decir. Al final no diría nada.
Lo cierto es que la quería, absurdamente la quería, inimaginablemente la quería, estúpidamente, egoístamente, malévolamente la quería y sentía que no solo la quería, sino que la necesitaba junto a él, que se había convertido en su otra mitad. La amaba, desproporcionadamente la amaba
Pero su espíritu es destructivo, increíblemente mal formado para no saber amar a alguien.
S. prometió que el día que cambie volverían a estar juntos, “te quiero G., pero con esa actitud vas a terminar arrastrándome a dónde no quiero estar...”
Entonces él le creyó e intento por todos los medio cambiar. Comenzó por su nombre, dejó de ser G. para convertirse en X. Luego siguió con su ropa, vistió con los colores de un arco iris al que primero tuvo que destripar para quitarle los colores, luego cambió sus pensamientos, dejó de hablar de nubes y pájaros, de flores y romances, dejó de pasear los ojos por los senderos de los caminos, dejó atrás su impulso por la poesía.
Si. La amaba.
Embrutecidamente la amaba. Más le hubiese dicho “te odio, te odio...”, pero él la amaba y por ella cambió; cambió más allá de lo pedido.
6 comentarios:
Un alto costo a pagar por el egoísmo del amor!
Dioses!!!! las tonterias que uno comete por amor!!!!!
ya lo dije, lo repito, hermoso... besos george...
Amor y odio, cuando están los dos... malo, malo.
Abrazo
Dejó hasta su impulso por la poesía? Ah no, eso sí que es inaceptable, X, inaceptable.
Cometemos tantos errores por amor!
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