viernes, 6 de febrero de 2009

Naufragio

Asesíname en el vértigo.

La caída en el abismo. Se desprende aquello que no somos, lo que nunca seremos; las huesudas ilusiones cayendo en el hermoso abismos, ocultándose en bosques frondosos, incinerándose en hogueras falsificadas. Los hogares oscuros que habitamos. Habitaciones, almohadas violetas, rosas desperdigadas para el deleite de las aves. Su picoteo acelerado y salvaje.

Ahórcame en silencio, deshazte de mi cuerpo sin vida, de mis manos de muerto, de mi hedor a cadáver. Mírame. Bésame. Ódiame. Devórame sin piedad.

Sobre el suelo se arrastra mi destino, la ira; mi cuerpo se envuelve de risa enloquecida, de placeres innombrables. Y aquella sombra gruñendo, atacando la cima de los árboles, despojándoles las ramas, asesinándole lentamente, asfixiándole, devorándole. Besándole. La mujer serpiente, el niño ángel sollozando, los ancianos demonios deambulado como sombras, como fantasmas o como perros. El dolor, la muerte, la vida. La respiración que se escabulle de tu boca.

Adórame sin palabras. Grita.

Las sábanas revueltas recuerdan que las palabras no nos sirven. Aquello que somos, aquello que llevamos sobre nuestras espaldas. Aquello de lo que huimos sin huir. La soledad curadora, el silencio espectral, el viento alborotando tu cabello, sacudiendo con furia mi ropa. Asesíname. Ámame. Y recuerda.

Amanece en esta casa vacía. No ofrecerte nada, ni siquiera una quimera, apenas un deseo, el insignificante halago de la compañía. Observar absortos el abismo, disfrutar de la caía. Abrazarnos. Tocarnos como los seres abstractos que somos, como acercarse en la imaginación de ambos, soñar, despertar de madrugada. Dejar de dormir, dejar de pensar, abrazarse al abismo, a lo único que nos queda en el mundo, aferrarse a las calles vacías, a contener las lágrimas a pisotear el mundo, a dominarlo con nuestros poderes de brujos, hechiceros rondando el cielo y la noche.

Quiéreme. Extráñame.

El firmamento negrísimo, el incendio en los ojos. Amarte aun sabiendo que existe una forma de evitarlo. Huir, despojarse de aquello que se llama cuerpo, arrancarse el corazón, un puñado de arterias, un manojo de venas y de sangre coagulada. Ofrécelo. Adorméceme, asesíname.

Témeme.

4 comentarios:

Gittana dijo...

Para que escapaR???? al final te llegará la hora!!!!
Te querrá, te extrañará!!!! te odiara!!!!

fabuloso!!!

Soy ficción dijo...

Amarte aun sabiendo que existe una forma de evitarlo.

Existe? Pues en ese caso es un amor elegido, y eso es fantastico :)

david santos dijo...

No hay que escapar. Un día llegará!!!!!!!!!!!

Pablo Mariosa dijo...

Con respecto a tu pregunta:

No hay reglas estrictas sino una simple consigna-sugerencia-disparador.

Como habrás visto, entre varios fuimos construyendo un escrito, y la idea es que siga creciendo.

Después, quizás junte todas las partes y lo publique en una entrada en el blog. Por ahora, sigue naciendo y sólo puedo esperar a ver qué nos depara la mano de los diversos autores jeje

Saludos,

Pablo