Les contaré mi semana, les contaré mentiras descaradas como las que suelo contarles.
He estado muy bien, arrojándome a los brazos de un nuevo y perpetuo amor. Presentimiento de amor, para ser más preciso.
Mientras tanto continúo convirtiéndome en un monstruo. Cada mañana, cuando me levanto de mi refugio, un retazo de mi alma se pierde entre las sábanas y es preciso llenar ese vacío con poemas. Y, cada noche, antes de dormir, un pedazo de mi corazón se entierra en el barro de mi sangre.
Pero nada de eso importa ahora: asuntos que suceden siempre, inexorablemente, se diría.
En realidad tenía pensado escribir algo un poco chistoso para hacerles reír, pero ya ven, poco se me ha ocurrido decir.
He peleado con muchas personas varias veces estos últimos días, he padecido pesadillas que ya dejaron de asustarme y, en su lugar, me provocan una extraña sensación de familiaridad, como si realmente perteneciese a una pesadilla, como si yo mismo me hubiese escapado de alguna o como si hubiese aterrizado por casualidad en un lugar al que no pertenezco y al que me acostumbro paulatinamente, le comienzo a tomar cariño.
Curiosamente, mientras escribo, me estoy riendo. También me quema el cuerpo y la visión se me ennegrece, como si me quedase dormido o, peor aún, como si estuviese despertando.
.
2 comentarios:
Y yo decía que era el unico que se calmaba con la idea con el presentimiento. vaya... el mundo se viste de coronas doradas, dirian algunos, o de coronas verdes, dirian otros, pero hay que darse tiempo para perderse al despertar.
un saludo.
te felicito por todo lo que escribes
muy bueno el blog
saludos
Publicar un comentario