sin su voz suave y melodiosa al otro lado del auricular aquellos días son como cualquier otro.
largos y desabridos.
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mis dedos se han congelado y apretarlos contra los cuadratidos del teclado es doloroso, casi tan doloros como la tarde del siete de mayo de 1999, cuando, inflando el pecho de valentía, me atreví a cruzar el mar de multitudes hasta a penas percibirle el perfume carísimo que había comprado.
desvarío.
5 comentarios:
Mas que las ganas, lo que importa es el deseo. Que sería de nosotros si solo sintiéramos las ganas, hasta las ganas quedarían reducidas.
Un desvarío que duele, sin duda alguna. Abrazos.
No, no desvarías, solo estas cubierto de nostalgia...
Feliz día del escritor!!!
Pero CRUZASTE, eso es lo VALIOSO
besos,
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