domingo, 27 de febrero de 2011

Arquinia

Este no es un lugar para estar, sino un lugar para extraviarse...

Aquella época, en un conciliábulo se decidió: en adelante sería de aquella forma, es decir, un lugar para extraviarse.

Otros demonios entraron, abrieron la puerta, treparon por la ventana, saltaron el muro, tumbaron los muros, y entraron; no había nadie esperándolos, excepto la voz que les nombraba "monstruos" y ellos respondían como si hubiesen sido tocados por un poder supremos. Y siguieron a la voz.

Le siguieron un tiempo breve, mejor dicho, le siguieron un tiempo que supusieron breve. Sin darse cuenta habían estado andando muy largo tiempo... el tiempo se había extendido tanto que ya no recordaban como había llegado a parar a aquel lugar, los demonios, en su desesperación, decidieron separarse, "así cubriremos más terreno".

Alguno siguió hacia el fondo de los mares. Otros demonios subieron a lo alto de las montañas. Otros tantos ese internaron en los bosques. Los más ambiciosos organizaron guerras. Otros más subieron al firmamento y decidieron ser invisibles, solo manifestarse como la lluvia, el viento, el invierno, las enfermedades, el movimiento de las hojas.

Para ellos había una raza malévola que se extendía por todas partes. Éstos, precisaron de los demonios para ejercer su poder sobre quienes se opusieran a sus deseos.

"Pero estamos aquí, algo debemos hacer", pensaban los demonios en su primera reunión luego de que se separaron, quién sabe desde cuando. Veían los rotos de los demás, y, notaban que no estaban todos los rostros que esperaban, suponían que faltaban rostros, pero ya no podían recordarlos, a otros tantos habían exterminado con sus guerra.

"Entonces, hágase nuestra voluntad", dijeron y al lugar sin nombre lo llamaron Arquinia, pues el sonido de aquella palabra les recordaba, vagamente, el lugar del que provenían.

Pero aquí siguen, aquí seguimos todos los demonios, inventando formas de atarnos al mundo, cuando en realidad ha sido creado para extraviarse.






1 comentario:

Aura Millie dijo...

En verdad necesitamos un mundo en donde extraviarse, aunque puede que exista, ya que nos hacemos invisibles en medio de la gran muchedumbre y nos perdemos en sus luces que nos absorven, nos mimetizamos con ellas y terminamos por desaparecer por completo quedando en el olvido...