martes, 29 de marzo de 2011

magia

la mujer lee recostada, apoyando la espalda en la barra transversal de la banca.

dejaba ver un poco el muslo, los curiosos se acercaban cuidados para no ser descubiertos.

yo había despertado en la banca de enfrente, luego de la fiesta de renato, el hombre pulpo, como lo llamábamos.

la mujer del vestido rojo cogía un libro que se notaba viejo por el lomo que parecía carcomido por el tiempo. sin embargo, la mujer del vestido rojo no se inmutaba con ningún ruido, ni los hombres que pasaban lento junto a ella para mirarle las piernas.

sentí náuseas, la fiesta de renato estuvo demasiado buena, de otra forma no habría despertado en el parque, atolondrado de frío.

entonces un hombre con corbata comienza hablar por celular, habla mucho pero dice poco, da vueltas en círculos
mientras alza la voz y hace gestos con la cara. enseguida descubro la verdad: también está mirando a la mujer de rojo, quien no hace ningún gesto ni se inmuta con la descarada mirada del hombre quien, ahora entiendo, voltea de rato en rato y mira a otro grupo de hombres, también con corbatas, quienes ríen solapadamente.

renato es una mierda, dejarme dormir en la calle con este frio que me va matar. tengo pereza de moverme.

el hombre de la corbata se ha sentado en la otra esquina de la banca y se apresta ha hablarle.

me duele la cabeza, no debería volver a tomar tequila en mi vida: una día despertaré en una zanja o en una acequia.

la mujer alza la mano sin quitar los ojos de las páginas del libro que lee tan concentradamente, levanta el dedo índice y lo pone en los labios del hombre de la corbata. y en un segundo, el hombre ya no está.

es magia pienso, pero prefiero cerrar los ojos y dormir un rato más. no permitiré que los gritos y la agitación me distraigan del descanso que necesito.

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