lunes, 5 de enero de 2009

feliz

¿Entonces?, ¿pensaron que diría nada?

En realidad iba decir nada, es algo que tengo planeado, es porque en realidad iba a decir nada, y ahora diré algo, al menos algo que es nada coherente.

Resulta que pasé mi tiempo cortándome las uñas, de los pies y de las manos, evité responder correos y enviar saludos, excepto uno, que en realidad no sé por qué se me ocurrió hacerlo: “Amiga Karin, muy feliz año y navidad... saludos para tu hijita”.

Eso fue todo, el único saludo que salió de mi boca. Más bien, de mis dedos.

Y claro, la madrugada de año nuevo, es decir, a las 5:48 a.m. en que por fin me recosté en mi cama, pasé quince minutos escuchando a un señor vomitar junto a un árbol que cerca de mi casa. Fue asqueroso, sin embargo no tuve pesadillas, aunque tampoco dormí bien, hacía calor y tenía demasiadas cosas en la cabeza.

(Nota: creo que alguna vez lo dije, yo no soy un contador de historias bonitas)

... hacía calor y tenía hambre, la señora de los jugos me regaló un calendario con un dibujo de rosas que en realidad parecían rocotos a medio abrir, y un mini panteón, que estuvo excelente y devoré sin darme cuenta porque luego lo estuve buscando por toda la habitación y solo encontré la bolsa que la había guardado.

“Todo lo complicas George”, “ojalá cambies George”, “espero que seas más positivo George”. En fin, me dijeron muchas más cosas que esas. Está corroborado, soy un monstruo.

La tarde del 31 de diciembre, un amigo me invitó a una fiesta a la que le había invitado una amiga de él, a la que ella había sido invitada por un amigo de ella. Es así que preparamos nuestro plan: hacer vandalismo.

No logramos nada, la familia que nos recibió era muy agradable, nos sirvieron abundante y deliciosa comida, las primas, hermanas y tías eran simpáticas y agraciadas, de modales pulcros y pensamientos sanos.

Bailamos toda la noche. Ahora me imagino que algún desadaptado me dirá “está bien George, está bien que salgas a distraerte un poco, eres joven”.

Allí comenzó mi confusión. En pensar que me dirían eso.

Quizá por la cerveza, quizá porque no estoy acostumbrado a socializar, pero lo que yo veía era otra cosa.

Llegamos a una fiesta a la que no habíamos sido invitados, apenas entramos nos sirvieron la cena mientras la familia se alistaba para el baile, parecíamos interrumpirlos, luego la cerveza no dejaba de salir, una tras otra, pero yo no recuerdo haberme mareado, recuerdo todos y cada uno de los sucesos de la noche. Nada malo por cierto, no se asusten.

Me sentía feliz, contento como pocas veces me había sentido, al menos lo sentí así casi por quince o veinte minutos

Yo bailaba y la amiga de mi amigo me miraba, yo la miraba y luego charlábamos, decíamos palabras que cruzaban el aire de ida y vuelta, pero no significaron nada pues nuca pude descifrar su mirada “¿qué?” apenas le dije. Desde ese momento dejó de mirar con tanta evidencia. Es que hay amores que ya no nos pertenecen y a los que nunca debemos. Ya no.

A las 5:15 a.m. un temblor recorrió mi cuerpo, comenzó en la parte media de la espalda y avanzó hacia arriba hasta la parte de atrás de mi cabeza y luego se posó con ardor en mis ojos, “ya me voy”, les dije, “no, quédate un ratito más...”, respondieron, “ya me voy, es tarde...” y me fui.

Quizá es cierto, quizá sí debería cambiar, ser más positivo. Al menos intentarlo. Dame un motivo.

Yo los quiero, quiero a todos mis amigos, pero no los extraño y quizá no los necesito de la manera como debería necesitarse los amigos quizá, peor aún, no los necesito como algunos de ellos si me necesitan. Los quiero con mi retorcida y demente manera de querer, porque solo así se querer.

Solo quisiera que este año sea diferente, no mejor que el anterior, porque lo mejor implica que algo ha estado mal, y yo no creo que sea así. Yo creo que las cosas están donde deben estar porque no hemos hecho nada por cambiarlas y quizá, como cada año, tenemos una excusa para cambiar, al menos para intentarlo o para hacer todas esas cosas que siempre decimos que queremos hacer y no hacemos por un sinfín de excusas absurdas.

Tienen razón, quizá no debería ser tan complicado, pero uno es lo que es, negarlo es nadar contra la corriente.

PD: Una frase de Martin L. King:

"No importa cuánto se viva sino cómo se vive, si se vive bien y se muere joven, se puede haber contribuido más que una persona hasta los ochenta años preocupada sólo de sí misma."

3 comentarios:

Lena yau dijo...

Feliz año, George...

Cambiar sólo para ser un poco feliz...

Besos

Anónimo dijo...

Que los astros te sean propicios este año........... de la astróloga Agatha.

Saludos.
Viviana.

Sol dijo...

Un abrazo, chicoco, por un 2009 renovado. Que todo lo bueno persista y lo que deba cambiar, cambie de una buena vez.