domingo, 22 de febrero de 2009

Monstros y Sonrisas (Vol 07)

Es la última hora de clases, Jazmin ya ha alistado su mochila y solo espera el sonido de la campanilla para, al fin, salir a la calle y perderse en la muchedumbre de la calle. La espera hace que la última hora sea interminable.

Durante la noche mi padre me lee historias que se me antojan divertidas. Pienso en Gulliver y quiero ser un gigante.

Luego, el fin de semana inventé un nuevo dulce al que llamé Patito Feo. Pocos se atrevieron probarlo. Entonces descubriría el poder del marketing, en fin. Aquellos dulces de nombre extraño los tuve que comer todos. Y enfermé. Y cuando se lo conté a Jazmin, se rió tanto que por fin tuve que alejarme molesto, ¿se estaría burlando de mí? Luego me llamó y dijo que quería un dulce pero ya no tenía ninguno.

Despierto de madrugada, asomo la cabeza por la ventana y veo a los duendes jugar en el jardín de la casa. Quisiera saltar, correr y jugar con ellos, pero la ventana queda demasiado alta, desde un segundo piso, y podría romperme algún hueso. Solo los miro correr, esconderse tras los arbustos, los escucho reírse a carcajadas. Padre entra en la habitación y exige que regrese a dormir, dice que me estoy riendo demasiado fuerte y los vecinos se están quejando por el ruido. Le explico que son los duendes dientones los que están corriendo en el jardín y que son ellos quienes se ríen escandalosamente. Padre se asoma por la ventana. No ve a nadie.

Regreso a la cama.

Esta vez, este día, durante la tarde, Jazmin me ha dado un beso en el cachete. No recuerdo que otra niña me haya dado un beso en el cachete. Ya no puedo dormir.j


1 comentario:

Gittana dijo...

y aqui sigo, entre duendes y deseos... Duerme bien que te arrulle ese beso...