martes, 30 de junio de 2009

ventana


Ya no hay nada que mirar, ni siquiera el sol lento cayendo detrás de los cerros.
 
En eso pensaba mientras se atrevía a mirar por la ventana. Pero no era mirar lo que hacía. Abría los ojos, es cierto, pero qué es mirar para alguien que ya no desea ver el mundo.
 
La ventana abierta, el frio aire entrando a galope, una mujer sin dentadura en la ventana de enfrente, pero él no le ve, y ella tampoco le v a él.
 
Un ciego y una anciana, era lo único que quedó de aquella miserable tarde.
 
Es porque ya no hay nada que mirar, repetía un hombre en la calle, entre la avenida Rincón y el pasaje Externo. Vi a los hombres alejarse, charlando amenamente sobre los tiempos extras de un juego de no sé qué; más bien se me dio por imaginar a aquel hombre que miraba sin mirar.
 
¿Acaso puede existir tal hombre?, los supuse de mil formas, colores y tamaños distintos, pero nunca lograba concretar su rostro o su voz, o sus ojos que se pierden en el vacío.
 

 

2 comentarios:

fgiucich dijo...

Los intrincados caminos de la imaginación. Abrazos.

Yahuan dijo...

Eso es complejo en el sentido de trabajoso y duro, me cae hasta dañino y me cae que en realidad es una visión y nada más, es decir, no es la realidad en el sentido puro, hay esperanza, ¿no?.