domingo, 7 de octubre de 2012

2012


Dijeron que este año sería el fin del mundo. Lo interesante, es que en Lima hemos tenido muchos simulacros de sismo: lo más importante de todo, es mantenerse alerta en todo momento.  Un sismo puede llegar en cualquier instante.

Por alguna razón, no recuerdo como inició del año, una mañana me despierto y ya estamos en el mes de agosto. Diecinueve de agosto, luego el veinte, veintiuno... ¿A dónde iremos a parar?. Yo quiero que pare, que se pare el mundo, hoy, ayer, a media noche, a las cuatro de la mañana, cuando sea.  En cualquier instante, que se detenga.

Estoy saltando al vacío; no es un sueño. Caigo. Luego, dos hombres caminan junto a mí. Uno de ellos es cura, me lleva a una iglesia. Yo no quiero entrar. Entro. Hacia el fondo hay gentes rezando, convulsionan al rezar. Pero yo no siento miedo, no siento nada. Me llevan a una habitación donde hay una hilera de camas, perfectamente ordenadas. Me dicen que sí siento necesidad de convulsionar, que lo haga sin temor "aquí todos estamos para ayudarte".

Yo lo que siento es mucho cansancio, pero no quiero dormir, sigo mirando a la gente convulsionar. Quiero irme. El sueño me derrota. Por fin abro los ojos y miro el reloj, son las 1:34 de la tarde. Dónde se ha ido el tiempo. Dónde los días. Quiero que pare, que pare en cualquier instante.

1 comentario:

Aura Millie dijo...

y al final el mundo sigue su normal curso... no se detuvo ni se acabó... la vida sigue y la muerte también