sábado, 13 de septiembre de 2008

café

Abrí la caja y dentro solo quedaban siete pastillas. Siete, pensé, ya falta poco.

Ahora cuento los días a través de las pastillas; quedan siete días aún para que se termine esto, siete días que debo soportar, serán días intensos, la Fábrica se está complicando demasiado, cada día se vuelve más complicado continuar; si no fuera por las pastillas apenas si podría ponerme en pie y seguir.

Seguir como una pluma que arrastra el viento. Si, lo arrastra, ya no siento nada luego de tragar la dichosa pastilla diaria, una a la vez cada mañana luego del desayuno, "pero eso no es desayuno che", me grita, "eso es una mierda..." y se va. Solo bebo una taza de café y trago la pastilla, en pocos minutos ya no hay nada, ni dolor, ni sensaciones conflictivas, solo paz; una paz larga y que me parece eterna, pero que a la noche ya se está desvaneciendo. Dormir. Amanece y otra pastilla, durante siete días más y todo esto terminará.

Solo quedan siete pastillas, seis, cinco... la última y terminaré con esto.

1 comentario:

Pablo Mariosa dijo...

Una cuenta regresiva que estremece.

Me gusta tu estilo de escritura.

Te invito a visitar mi blog.

Un saludo,

Pablo