miércoles, 12 de noviembre de 2008

Diario irreal, página 01

Esto de la tecnología es un fiasco, un desastre en toda medida; un día necesitas un iPhone y el precio es alucinante; la tecnología, definitivamente, es un vicio irremediable del que no puedo escapar, Messenger, varias cuentas de email, y todos (o casi todos) los servicios que ofrece Google.

Así que recurro el fiel y tradicional mensaje en la botella ¿Cómo funciona?, fácil, escribes un mail (como este) y lo envías por correo a todos aquellos contactos de los que esperas alguna respuesta (si tienes un blog mejor, lo publicas); les cuentas algunas mentiras bien intencionadas sobre algunas cosas (imaginarias) que te han sucedido en los últimos días, meses, años, en que los has dejado de ver.

Por ejemplo, les cuentas que hace pocos días dejaste de pensar coherentemente y que cada vez que hablas con quien sea, te das cuenta que la voz que sale de ti no es tuya, sino de otra persona, digamos de alguien que te habita dentro. Pero en realidad no te habita pues has cambiado tanto y en tantos sentidos que ya no te reconoces, y, al contrario, piensas, crees y vez que todos esos contactos a los que les escribes por mail (o los que leen el blog) no han cambiado en lo más mínimo y esa situación te parece una mezcla de tragedia griega y humor profano y provocador. Simplemente no lo entiendes, después de todo ya no conversas con ninguno de ellos desde hace día, meses, años. Ahora, eso de “hablar con ellos” es solo un decir, existe el internet y lanzas constantemente botellas con mensajes esperando alguna respuesta que nunca llega.

O mejor aún, cuéntales que el imposible amor se ha instalado adentro de ti nuevamente, no cuentes detalles, no digas nada que pueda revelar la identidad de esa persona a la que has a prendido a querer en silencio y en la distancia, bueno, quizá la inicial de su nombre (M.), bueno, quizá puedes contarles que nunca ha ocurrido nada más que una breve e inoportuna charla con M. y que no se llevan tan bien como debería ser en el imaginario amor, no se dicen frases melosas ni se hacen regalos bonitos, ni siquiera han almorzado alguna vez, ni aun han caminado juntos por más de media cuadra, no, todo lo contrario, pelean, como hoy justo antes de salir de la oficina, y ni siquiera pelean por la supuesta “relación”, no, pelean por cosas absurdísimas, como que a partir de hoy ya no se recibirán memoranda luego de las 5 de la tarde y cuando han conversado por el anexo cada uno se a aventado los auriculares y luego, al cruzarse por los pasillos, ambos se han mirado orgullosos y esquivos. Cuéntales, por ejemplo, que pronto toda aquella ilusión terminará abruptamente y no quieres darte cuenta, porque esa es la razón de tu ser y tu existir, inventarte ilusiones que luego deben morir y apagarse irremediablemente.

Hazlo, cuéntales mentiras divertidas y luego anexa una canción, igual de patética a todas las mentiras que arrojas al océano.

1 comentario:

Soy ficción dijo...

Las mentiras siempre encierran alguna verdad, lo importante es saber vislumbrarla allá en medio.