miércoles, 11 de noviembre de 2009

aquello impronunciable

tic
toc
tic
toc
tic
toc
tic
toc
.........

odio el tiempo de mierda.


no lo había odiado tanto desde aquella tarde de agosto de 1999

por aquel entonces intentaba inventarme historias cómicas que hicieran sonreir a Julieta, mi novia, pero poco lo lograba; en su lugar mis historias eran frías y de contenido melancólico.

seis meses después nuestra relación había terminado. aún me sentaba en la mesa junto a la ventana que da al edificio inmenso y de color rosado. ninguna historia tenía gracia.

entonces comecé a beber vino, primero un vaso los viernes por la noche luego de regresar dela oficina, luego otro vaso lleno los lunes por la mañana; en seguida, un botella entera cada fin de semana y sin darme cuenta estaba recostado en el fondo de un basurero rodeado de inmundicia.


de vez en cuando abría los ojos y veía el reflejo de las estrellas en los caparazones de las cucarachas, y a las ratas la veía organizar una fiesta multicolor.

tioc, toc, tic, toc, tic, toc...

odio este clima de mierda, siempre hace frío o calor o llueve o se cae el cielo como una neblina que no me deja mirar ni siquiera la hora.

entonces perdía la paciencia, mejor dicho, la encerraba en una lata de cerveza y la arrojaba al fonde del mar; allí por lo menos se sabía muy poco de nuestra historia, por eso adoraba el reloj de madera que me había dibujado don roberto.

me lo había obsequiado en una fiesta tan inmensa que recuerdo haber caminado por decenas de salones y nunca volvía a ver a la misma persona dos veces.


tic, toc
tic, toc
tic, toc
tic, toc....

a veces quisira volver sobre mis pasos,
y a veces quisiera borrar mi existencia
que desaparezca en un murmullo
de la sirenas extraviadas de los navegantes
delirar con el fuego en mis entrañas
ahogarme, despeñarme


entonces aquella aparción a mi lado, sus piernas desnudas sobresaliendo por las sábanas, quizá llorando, mis dedos aprentando su cuello, un orgasmo, el último de todos ellos.

- y, ¿cuál es tu nombre?
- lo he olvidado.
- ah, pero al menos debes saber de dónde vienes

y en seguida di la vuelta y señalé una dirección con la mano abierta.


- no nos amamos, solo estamos aquí de paso, esta cama, estas sábanas no son mias y tampoco tuyas.
- no me importa - hizo una pausa - aún así me gustaría estar aquí siempre.


.
..
...




...
..
.


aburrido.

a veces odio tanto el tiempo de mierda.

1 comentario:

Sid dijo...

Tic, toc, tic, toc... has escrito bien, el tiempo vale nada, cuando no queremos nada...