domingo, 21 de septiembre de 2008

de noche

Lo que debió haber preguntado no lo dijo con perseverancia por lo que el sonido de su voz se oyó leve y vacío.
Le dolieron los huesos de las piernas; caminó apoyándose en las mesas y en las sillas, arrastró los pies, uno detrás de otro, hasta que por fin se recostó en una de las paredes; allí esperó a que anocheciera.
Por fin en la oscuridad, se limitó a rezar y suplicar. Fue la única oportunidad que encontró para hacerlo; antes lo había intentado pero jamás había obtenido una respuesta: Ahora mismo no esperaba palabra alguna. No.
Había aprendido a no esperar nada.
Todo lo que pudo haber preguntando no lo dijo con convicción, sino apenas como un murmullo vacuo.

5 comentarios:

Mabel Pérez Carranza dijo...

Gracias por tu presencia.
George, cuando una no espera nada, la VIDA NOS SORPRENDE.
Calma, quietud y perseverancia.
¡Ya verás!

Te abrazo,

Unknown dijo...

Profundos mensajes en tus relatos

hasta la próxima

Recomenzar dijo...

me encantó tu texto

Soy ficción dijo...

Esperar el silencio es y murmurar preguntas, eso es todo lo que queda al final?

Emerald dijo...

tengo una duda, no recuerdo, cambiaste el blog no? creo haber entrado antes.:P sorry