miércoles, 11 de marzo de 2009

De recuerdos y soledades

Una mujer con el cabello gris, y que en algún momento fue negrísimo, entona una canción incoherente. Como si se tratase de palabras que solo sirven para excusarse de un asunto aparentemente importante. Son frases que no le sirven a nadie.

La mujer, mientras canta, cierra los ojos y eleva las manos, finge felicidad o un estado similar. Se alimenta de recuerdos que le ayudan a mantenerse en pie en el escenario. Los recuerdos se le agotan y, mientras palabrea las letras de la canción, presiente el final de su actuación.

Una vez en la calle, aprieta ambas manos para calentarlas. Siente frio, o cree sentirlo; su cuerpo tiembla y por algunos breves instantes, siente que se desmayará, que perderá la consciencia, que la gravedad de la tierra le vencerá y le arrastrará a sus entrañas. Pero nada de ello sucede.

Continúa su paso por varias calles que se le antojan desconocidas, se aleja y acerca a los altos o oscuros edificios para apreciarlos mejor. Piensa que debe regresar al teatro que debe terminar la función.

Pero no lo hace. Se recuesta en una banca de un parque y se cubre con periódicos y cartones.

Prefiere soñar.

3 comentarios:

fgiucich dijo...

El incipiente camino de la locura. Abrazos.

Claudio López Iscafre dijo...

Pase a leer historias en este país de magos. Un abrazo

ysraelg7 dijo...

Algo triste que da mucho de que pensar...


Una pena ehhh..
Un abrazo.