miércoles, 29 de julio de 2009
juramentos
nos habíamos muerto hace mucho, pero no lo sabíamos.
es decir, todavía caminábamos por las calles tomados de la mano, nos veíamos a escondidas, charlábamos por teléfono, nos decíamos que nos queríamos pero en realidad estábamos muertos.
y no lo sabíamos porque aún no terminaba de ocurrir lo que debía ocurrir.
es decir, el paso del tiempo.
¿acaso no lo dijo el poeta, qué todo aquello que ocurrió alguna vez (o que ocurrirá) sigue ocurriendo?
J vestía cada día un color diferente, un día rojo, otro azul oscuro, otro plomo, otro naranja, otro verde o fucsia, o cualquier otro color; yo, desde mi cama, la imaginaba desvestida mientras le escribía poemas, ninguno le entregaba, todos terminaban en la basura o incendiados.
la anciana mujer venía a verme cada mañana, me entregaba un plato con sopa y se iba, no nos decíamos palabras, éstas sobraban. pero a J, a J le inventaba montones de versos, pero ella no los leía. nunca los leería.
entonces pensaba en los colores que utilizaría J cada día. no le había visto desde hacía años (me había quedado ciego), pero todavía caminabamos tomados de las manos, nos veíamos a escondidas y charlábamos por teléfono.
estábamos muertos, lo juro.
es decir, todavía caminábamos por las calles tomados de la mano, nos veíamos a escondidas, charlábamos por teléfono, nos decíamos que nos queríamos pero en realidad estábamos muertos.
y no lo sabíamos porque aún no terminaba de ocurrir lo que debía ocurrir.
es decir, el paso del tiempo.
¿acaso no lo dijo el poeta, qué todo aquello que ocurrió alguna vez (o que ocurrirá) sigue ocurriendo?
J vestía cada día un color diferente, un día rojo, otro azul oscuro, otro plomo, otro naranja, otro verde o fucsia, o cualquier otro color; yo, desde mi cama, la imaginaba desvestida mientras le escribía poemas, ninguno le entregaba, todos terminaban en la basura o incendiados.
la anciana mujer venía a verme cada mañana, me entregaba un plato con sopa y se iba, no nos decíamos palabras, éstas sobraban. pero a J, a J le inventaba montones de versos, pero ella no los leía. nunca los leería.
entonces pensaba en los colores que utilizaría J cada día. no le había visto desde hacía años (me había quedado ciego), pero todavía caminabamos tomados de las manos, nos veíamos a escondidas y charlábamos por teléfono.
estábamos muertos, lo juro.
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8 comentarios:
Vaya!!!!, pues debías habérselos leído, así no te morías tan pronto.
pero vivos de recuerdos...
para pensar en lo circular de la vida
te dejo un abrazo, George
Hola pasé a leerte, solo un rato... no me he podido poner bien al corriente, pero leí todo lo bueno que me habia perdido!!!
Espero que pronto pueda mi bolsillo recuperar plata, para poder comprar otra lap...
ha ha ha ha ha!!!! tengo trinta y tantos!!!! que no ha visto tu mi foto???? esta a un lado, del perfil!!!!
ha ha ha ha ha!!!!!
besos!!!! que susto no????
La monotonía, el vacío, el caos de lo incierto. Interesante forma de abordar el preámbulo de un desenlace fatal. Interesante.
La muerte ya no admite prohibiciones.
Tal vez el poeta dijera eso porque deseaba eso, no porque fuera real...
Abrazo
Si, es nuevo mi blog pero pues no le entiendo muy bien, el tuyo es facil encontrarlo, el mio no tanto, como le hiciste? saludos que estes bien...
querido....... besos
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