lunes, 24 de agosto de 2009

Anteojos

Lo primero que viene a mi cabeza es que siempre he querido que me regalen un reloj, pero no cualquier reloj, no uno despertador, eso sería del peor gusto del mundo, sino uno de pulsera, de acero inoxidable, un reloj con agujas (aunque confieso que me cuesta leer las agujas de los relojes; siempre me descubro contando de cinco en cinco o recordando si la aguja corta es le minutero, el segundero o el horario), que tenga número romanos porque solo ellos sabrían dar la hora correcta, que sea un reloj grande (aunque yo soy flaco y pequeño por lo que se me vería como un si el reloj me llevase a mí y no al revés, en fin). Nunca me lo han dado, ni siquiera el ademan del obsequio, pero la esperanza es lo último que se pierde y por eso tengo fe.

Pero luego me volví un poco ambicioso y lo que quería era un reloj que también tenga cronómetro, pero no sé por qué ya que a pesar de que siempre estoy apurado y corriendo de un lugar a otro nunca o casi nunca veo la hora; que sea sumergible, aunque yo no sé nadar y las dos veces que lo intenté terminé semiinconsciente en la arena de la playa, socorrido por extraños. Solo tengo tres relojes en casa, uno es el de mesa, pero se cayó hace unos meses y aun no lo levanto de debajo de la cama, ha de estar conociendo el tiempo olvidado; el otro está en el celular, que siempre olvido sobre la mesa de la cocina o lo escondo en el bolsillo de mi casaca y casi nunca lo reviso, excepto cuando llaman y miro “pucha, llamó a las 20:14pm”, y luego tengo que hacer complejos cálculos matemáticos para saber qué hora era de verdad.

El otro reloj está en la PC, pero solo lo puedo ver cuando la enciendo, aunque en la PC puedo encontrar cosas más bonitas que mirar la hora.

En síntesis es raro que vea la hora o que me importe saberla, porque siempre sé que me he despertado a las 6:40am, que llegaré a la oficina a las 8:20am y que mi jefe llegará a las 9:06am, que el señor de las cobranzas caminara no más de diez minutos, que el día tiene 24 horas (aunque sabemos que eso no es cierto) y que el amor no tiene límites; intuición, dirán algunos, yo le digo casualidad.

Pero luego me di cuenta del fatal error que cometía, “oye”, gritaba la novia que por aquel entonces me traía descolocado “me desespera nunca saber la hora estado aquí contigo...”, yo le decía que duerma diez o quince minutos más, que todavía teníamos tiempo, que llegaríamos con anticipación, que la línea 35 pasaba cada 6.28 minutos y que lo semáforos del cruce de Rigoberto con Emancipación estaban descompuestos, que ganaríamos tiempo allí ; pero ella continuaba igual de desesperada que siempre y entonces, un día, le conté sobre el reloj de acero inoxidable que siempre había querido que me regalen, pero J. me dejó, no soportaba la incertidumbre (como ella le llamaba); entonces terminamos y no supe más de J., ni de sus ojos que habitaban detrás de los anteojos de marco grueso.

4 comentarios:

Yahuan dijo...

es difícil leer un reloj, sobre todo si no se tiene mucha práctica , pero anda que si ya tiene agujas para contar días, años y meses...

Oye, este post es de grande, realmente me recordó al esttilo de un grande escritor.

abrazo

· dijo...

aspirar a un reloj puede ser complicado, sobretodo cuando hay que comenzar a organizarse en torno a números...

y así como no es bueno estar superditado a números también es bueno el que no siempre se tiene que entender todo

un abrazo,

Lara Holmes dijo...

Cuándo es tu cumple para regalarte un reloj xD

Maria Pia dijo...

y si te compras un reloj tú mismo? :)